Resumen
La tercera generación barroca teje apenas sin modificar. A simple vista todo parece igual: igual diseño, igual material. Una mirada escrutadora descubre, empero, una progresiva intensificación de los matices. El fondo gris se va ensombreciendo gradualmente y sobre él resaltan, con mayor violencia, los oros de la vida palaciega, los púrpuras de las pugnas soterradas, los ocres del pueblo empobrecido. De vez en cuando se deslizan, es cierto, hebras de sosegados azules o de alegres anaranjados. Pero la impresión total es de agobio y lobreguez crecientes.
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