Resumen
La prosa de Antonio de Guevara (1480?-1545) atrae al lector por su acento personal, por lo que encierra de experiencia concreta, más bien que por sus admoniciones y doctrinas. Los especializados en censurar los actos del prójimo suelen ser almas resentidas y quejosas de sí mismas, vidas infecundas vueltas de espaldas a la tarea creadora. Tras el sermoneo de los consejos morales —expresada o no—, se siente la angustia de quien censura el mundo por serle imposible entrar en su juego dramático y a todo riesgo, o incluso crear una moral afirmativa, original y vivible.
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