Resumen
Con humilde y contrito ademán comparezco ante esta soberana asamblea para dar cumplimiento a los graves encargos que confiados me fueron por la largueza de sus directivas. Quiso primero su derramada generosidad que el último por sus merecimientos en llegar a esta ilustre Academia ocupase la silla deparada inicialmente al egregio fundador de la Institución, don José María Vergara y Vergara, a cuyo ingenio, talento, hidalguía y gracia humana tanto deben las letras colombianas, cátedra honrada más tarde por preclaros varones de nuestra literatura.
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