Resumen
No es mi intención principal aquí resaltar o insistir sobre las múltiples cualidades que resplandecían en la persona de Ramón de Zubiría, a pesar de su desaparición; pero no quiero dejar de decir que, para quienes lo conocimos de cerca, su bondad, generosidad, inteligencia, sensibilidad, finura, simpatía y elegancia fueron paradigmáticas; también su increíble valentía ante la desgracia, su entereza, su rectitud están y estarán siempre presentes para quienes tuvimos la suerte de ser sus discípulos, sus amigos o sus allegados; para quienes lo conocieron ocasionalmente, su señorío, su exquisita amabilidad sin distingos y, otra vez, su simpatía e inteligencia, unidas al carácter jovial y abierto de este cartagenero cosmopolita (universal, tal vez le hubiera gustado más a él), resultan difícilmente olvidables; para los que no lo conocieron me imagino que lo que cuenta es la importancia objetiva y pública de su ejecutoria, su lugar en la historia de la esmirriada cultura nacional.