Resumen
Lengua, cultura, historia, no son novedad, como temas de estudio, en Hispanoamérica (esto constituye, de por sí, una tradición respetable aquí); pero un tratamiento fundado sobre bases teóricas —pienso en su formación de ascendencia idealista y vossleriana — y con métodos de exigente rigor científico —la sana orientación positivista descargada de su consiguiente lastre filosófico— me parece aporte realmente nuevo: nuevo en su sentido último (tan distante del del siglo anterior y, sin embargo, nada opuesto a él), nuevo en la aplicación consecuente, reiterada y fructífera, nuevo en la dimensión geográfica sobre la que se proyecta, y nuevo (¿por qué no decirlo?) en el soplo juvenil y refrescante, en la alada gracia y aun el fino humor que, no pocas veces, revolotea como una abeja dorada y se posa sobre el apretado y espinoso manojo de arduos problemas.