Resumen
Es obvio que los insultos constituyen una zona especialmente afectiva del lenguaje y muy primitiva en cuanto están muy cerca funcionalmente del grito inarticulado de la ira. Pero en cuanto utilizan las formas convencionales, tradicionalmente fijadas del lenguaje para dar evasión a los sentimientos de ira y odio hacia otra persona, ofrecen gran interés, más psico-sociológico que lingüístico, es cierto, por revelar, los valores venerados por una cultura y una época dadas al manifestar lo que se considera denigrante o negativo en una persona.
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