Resumen
Como es sabido, el San Ignacio de Loyóla del poeta colombiano Hernando Domínguez Camargo vio la luz, gracias a Antonio Navarro Navarrete (o sea el Padre Antonio Bastidas), en 1666, siete años después del fallecimiento del autor. También es conocido el hecho de que Domínguez Camargo es, entre todos los poetas de América, quien más se dejó influir por Góngora. Sabido sólo de una minoría, mayormente hispanoamericana, es que Domínguez Camargo —con Sor Juana— es el mejor de los poetas coloniales y, desde luego, el mejor de entre los que siguieron plenamente a Góngora, incluyendo en este último apartado también a los españoles.
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