Resumen
Desempeñan papeles similares como propulsores de la filología hispánica, el uno en toda la hispanidad, el otro en Norteamérica. Sin embargo, cuando el norteamericano se encuentra en la ciudad de París, residencia del bogotano, no se ven. Sus realizaciones tienen todavía tamaños demasiado diferentes: en aquel entonces, Cuervo está en el apogeo de su gloria, mientras que Rennert está apenas iniciando su carrera y no tiene, a diferencia de otros principiantes — también norteamericanos—, la idea y el ánimo de presentarse a la puerta del Maestro. Hubieran podido hablar, sin embargo, de muchos temas comunes: de lingüística, en primer lugar, y de la escasez de textos auténticos; de las clases e investigaciones de los profesores alemanes de Rennert, corresponsales de Cuervo; y hasta de pintura, arte que el norteamericano practicó y que encantó a don Rufino y a su hermano Ángel, aunque no pudieran dedicarle mucho tiempo.