Resumen
Bien sabido es que durante todo el siglo XVI, y hasta muy entrado el XVII, los romances medievales estaban tan arraigados en la conciencia hispánica, que sus versos no sólo figuraban en la expresión literaria, sino también en la conversación cotidiana. No sorprende, pues, que los humanistas al elaborar sus obras de erudición sobre el idioma nacional, aprovechasen fragmentos de estos poemas cuya popularidad había traspasado fronteras tanto sociales como intelectuales. Tal es el caso de Sebastián de Covarrubias, distinguido lexicógrafo del Siglo de Oro y autor del monumental Tesoro de la lengua castellana o española (Madrid, 1611)1 .
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