Resumen
No hay país donde el aporte inmigratorio relativo a la población nativa haya asumido las proporciones que alcanzó en la Argentina. Por espacio de más de medio siglo, entre 1870 y 1930, el ingreso inmigratorio masivo convirtió literalmente a la Argentina en un país de inmigrados de primera y segunda generación. Este proceso, de incalculables consecuencias en su transformación, fue resultado directo de una élite que, soñando con sustituir su vieja estructura semicolonial con una inspirada en las naciones más modernas de occidente, creyó necesario europeizar su componente humano.
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